Día 9
Esta mañana he llenado la mesa de Nesquick al abrir el sobrecito que lo contenía, se nota mi inexperiencia en ello. Todavía no habíamos empezado a desayunar y el mantel estaba hecho un asco, no me he podido reír más.
Dejamos Soria. Por el camino hemos pasado por unos bosques enormes, he visto mas árboles de los que creía que existían.
El parador de Argomániz, a 12 kilómetros de Vitoria, es de corte clásico. Es un castillito en el que dicen que vino Napoleón con sus tropas a descansar. Y eso es lo mejor que se puede hacer aquí. En el interior, un montón de saloncitos cada cual mas acogedor; y en el exterior un jardín pequeño pero muy cuco.
La cena ha sido de las mejores que recuerdan mi paladar: Ha empezado un poco flojo, con unas patatas hervidas con chorizo que no son mi predilección. De segundo, un entrecot espectacular a la vista, sobre todo por tamaño, y de sabor exquisito (menos mal que lo hicieron bastante). De postre yo pedí Goxa, un postre típico de aquí, una especie de pastel con crema y nata, muy suave. Mi hermano se pidió un Biscuit, que eran dos bolas de helado de galleta con una jarrita de chocolate caliente que servías por encima, increíble de bueno. Además, el comedor es muy auténtico, está en el último piso (otro día contaré la peculiar configuración de pisos) y el tejado es toda una estructura de madera. Las ventanas son como ojos de buey, y la escasa iluminación da un aire todavía más medieval.
Dentro del Parador:
Jardines Vistos desde el comedor:
Parador visto desde el jardín:
Y mirando un poco a la derecha, las habitaciones.
Me encantas estas dos fotos de dentro de la habitación con la luz de la tarde: